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En el paso de Irun a Francia, también hay rutas peligrosas. El río Bidasoa es una de ellas. Este río marca la línea divisoria entre los dos países. Desde Irun existen cinco puentes que lo cruzan. Cuatro de ellos están entre Irun y Hendaya: uno es para vehículos y viandantes, dos son para el ferrocarril y otro es de uso peatonal. Entre Irun y la comuna de Béhobie se extiende un quinto puente de acceso a vehículos y caminantes. En los cinco, en el límite entre un país y el otro, la policía controla el paso durante las veinticuatro horas del día.

Algunas personas migrantes buscan otras rutas para evitar el control policial. A simple vista parece fácil cruzar el río por algún paraje solitario. Pero el Bidasoa oculta dos peligros: las corrientes de agua y los lodos de su fondo. El río arrastra como un torrente y el fondo te atrapa como las tierras movedizas.

En este intento desesperado por alcanzar Francia, desde 2019 a 2022 han muerto nueve personas, según el colectivo Harrera Irungo. Cinco de ellas se han ahogado en el Bidasoa cuando intentaban cruzar el río, tres fueron arrolladas por un tren en la localidad francesa de Ciboure. Una novena persona se suicidó en la orilla del Bidasoa. Las nueve tenían un propósito: luchar por su derecho a una vida digna. Las nueve han muerto porque Europa, que ha endurecido los controles, les había impedido el acceso.

LO QUE EL BIDASOA ESCONDE