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DÉBORA

Débora es de Costa de Marfil. Salió de su país cuando tenía 19 años, ahora ha cumplido 24. Le cuesta contar su experiencia, está cansada de repetir su historia, está cansada de sufrir cada vez que la recuerda. El viaje ha sido muy largo y duro. No tenía dinero para atravesar todas las fronteras en un mismo trayecto, así que, en Costa de Marfil pagó una plaza en uno de los camiones que iba a Guinea-Conakry. Después pasó por Senegal y se quedó en Mauritania. En este país trabajó varios meses hasta conseguir dinero y emprender la ruta hacia Marruecos.

En Marruecos trabajó en el servicio doméstico de una familia. Dice que allí una mujer negra solo encuentra trabajo limpiando pisos o en las fábricas de pescado. Los patrones pagan sueldos ridículos, te golpean con su zapato, escupen cuando pasas, no hay dignidad para las personas negras. En cierta ocasión, un policía la detuvo en la calle, forcejeó con ella y le rompió el dedo índice de la mano izquierda.

Tres años después, Débora logró ahorrar el dinero que las mafias le pedían, ocupó una de las plazas reservadas a las mujeres y niños en la zodiac, cruzó el atlántico y llegó a Lanzarote. Ahora quiere pasar a Francia, vivir en Bayona y, aunque cada día su dedo torcido le recuerda lo que ha sufrido, sonríe porque es una mujer valiente en busca de una vida digna.