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Las mujeres se marchan de sus países de origen para evitar la violencia que se ejerce contra ellas. El matrimonio forzado, la mutilación genital o la violencia física y sexual son prácticas muy arraigadas en algunas comunidades de África. Muchas mujeres muestran su rechazo hacia estas costumbres y, las que pueden, buscan protección fuera de sus lugares de residencia habitual.

 

En ciertos territorios africanos los padres sin recursos económicos obligan a sus hijas menores a casarse sin su consentimiento. Algunos progenitores creen que el matrimonio forzoso asegurará un futuro mejor a sus niñas, otros quieren desprenderse de una boca que alimentar. Estas niñas se embarazan antes de que sus cuerpos estén preparados para el parto y sus mentes adaptadas para ser madres. Son niñas que han de abandonar la escuela y sus proyectos propios. 

 

La mutilación genital femenina es otra forma de violencia que vulnera los derechos de humanos de las mujeres y niñas. En África existen treinta países donde se practica. En Somalia, por ejemplo, el 98% de la población femenina sufre este tipo de vulneración. La extirpación parcial o total de los genitales externos tiene consecuencias nefastas: dolores intensos, hemorragias, infertilidad, infecciones, complicaciones en los partos, depresiones e incluso la muerte.

 

La trata de personas es un delito grave que está presente en algunos territorios de África. Los traficantes trasladan y explotan de forma sexual a mujeres y niños. Familias empobrecidas, La inestabilidad judicial, los conflictos, las tradiciones culturales, la dominación y mandato de los hombres, así como el empobrecimiento de las familias son campo de cultivo para que el cuerpo de la mujer se explote con fines sexuales y económicos.

 

Persecución por motivos de género